Tal vez sea capaz de identificar la melodía (y el baile) de Laxed (Siren Beat) de Jawsh 685. Si le sucede esto, no es casualidad.
Cuando TikTok, la versión internacional de Douyin fusionada con Musical.ly, se lanzó en 2018 en el mercado internacional, comenzamos a escuchar fragmentos de canciones en bucle por todos lados. Al sintonizar la radio se podía reconocer parte de una canción (a veces sin saber quién la cantaba) o, de repente, en el supermercado comenzaba a sonar el nuevo single de su TikToker favorito.
Aunque pueda considerarse una aplicación más de moda, TikTok ha cambiado por completo nuestra relación con la música, tal y como analizo en un estudio recién publicado sobre la descolonización musical en la plataforma por medio del hashtag #SingWithMe (#CantaConmigo).
Se acabaron las discográficas: ¡la música es nuestra!
La música popular, lejos de someterse a las rígidas estructuras de la industria, ha experimentado una (r)evolución impulsada por la tecnología y el movimiento “hazlo tú mismo” (o Do It Yourself, DIY, en inglés). Desde pequeños estudios domésticos dedicados a la grabación y producción musical, los artistas han comenzado a crear composiciones que se convierten en auténticos éxitos. El caso de Bizarrap es un buen ejemplo.
Si a este creciente interés le añadimos aplicaciones o redes sociales, como MySpace, YouTube, Spotify o TikTok, el concepto de distribución musical cambia radicalmente. Imagine que un día versiona canciones en TikTok, consigue millones de seguidores en tan solo unos meses y, al cabo de unos años, queda finalista en Eurovisión 2022. Así ocurrió con el británico Sam Ryder. Aunque esto tampoco es nuevo. Algo parecido, gracias a YouTube, le sucedió a Justin Bieber cuando solo tenía 15 años.
Sin embargo, en TikTok no hace falta tener dotes de canto o una carrera musical destacada para sumarse a un dúo a capela. #SingWithMe, junto a otros retos musicales popularizados durante su breve trayectoria, ha trasladado el canto de ducha aislado, íntimo, a un entorno potencialmente viral.
En el estudio de 510 dúos bajo este hashtag, observé cómo este contenido se convertía en cómplice de un proceso de apropiación socio-musical que capturaba la atención de millones de usuarios. Los individuos contribuían, fusionaban estilos y desafiaban la norma discográfica.
En concreto, estudiaba cómo estos contenidos se formulan bajo un proceso de “descolonización musical”, entendida como la emancipación del proceso de producción industrial, muy similar a la descolonización socio-antropológica.
En TikTok, las personas comienzan a “redescubrir y recuperar” su identidad musical reinterpretando composiciones preexistentes, a “soñar” expresando su versión de forma creativa, a “comprometerse” a través de desafíos sociales y a “activar” redes musicales conectadas intercultural y globalmente.
No importa si es con unos auriculares, un micrófono, desde un coche, la cocina o en la habitación. Todos participan de y a través de la música, como en este montaje propio de las voces #SingWithMe interpretando “Titanium” de David Guetta y Sia.