🔸 La gira Debí Tirar Más Fotos transformó el estadio en un pedazo de Puerto Rico, con escenarios, ritmos y emociones compartidas.

#ESPECTÁCULOS | El sudor ya era un río invisible cuando las primeras luces iluminaron al público. La Mudanza explotó en los altavoces y, de inmediato, miles de cuerpos comenzaron a moverse como si cada segundo fuera irrepetible.

La gente perreaba a gritos, un flujo interminable de brazos y caderas que se encontraban y separaban, un vaivén perfecto entre el caos y la coordinación, con un humo que serpenteaba entre las cabezas y destellos que rebotaban en cada gota de adrenalina.

“¡Mira, ya empezó el mar de traseros!”, gritó Mariana, de 22 años, mientras ajustaba los chinos pegados a su frente por la humedad.

Así arrancó el primero de ocho conciertos que Bad Bunny ofreció este miércoles en el Estadio GNP Seguros de la Ciudad de México, como parte de su gira Debí Tirar Más Fotos, que lleva el mismo nombre que su disco lanzado en enero pasado.

 

El primer acto en el escenario principal fue un viaje sin pausas: Pitorro de coco, Weltita, Turista, Baile inolvidable y Nuevayol. Entre canciones, el personaje del Sapo Concho apareció como interludio, arrancando risas y aplausos.

“Yo no escucho reguetón, pero hoy me vale”, confesó Mariela, de 56 años, con brillantina en las mejillas. “Perreo con dignidad, pero perreo”.

La segunda parte trajo a escena la famosa La Casita, un segundo escenario en la zona General B, réplica de una típica casa del campo puertorriqueño. Más que un adorno, funcionaba como un puente sensorial que acercaba la esencia del Caribe y se vivió como uno de los momentos más simbólicos del acto.

La escenografía se inspiró en una vivienda real de Humacao, en la costa oriental de Puerto Rico, con dimensiones aproximadas de 12.8 metros de ancho y largo, y 3.66 metros de altura.

Quienes intentaban inmortalizar el momento desde la zona general vivieron un recorrido agotador: iban y venían entre los distintos puntos, sorteando la multitud para no perderse ningún ritmo, desde reguetón y salsa hasta otros géneros.

Con Veldá, Tití me preguntó, Neverita, Si veo a tu mamá en versión techno y Voy a llevarte pa’ PR, los asistentes más jóvenes vivieron cada tema como si mantuvieran una conversación íntima con el Conejo Malo.

Entre gritos y aplausos se sumaron Me porto bonito, Bichiyal, Yo perreo sola, Efecto, Safaera, Diles, Mónaco, la canción sorpresa Te deseo lo mejor, Café con ron y Ábreme paso.

La tercera parte regresó al escenario principal con un interludio que dejó a todos boquiabiertos. Sonaron temas como Ojitos lindos, La canción, Kloufrens, Bokete, Dákiti, Tarot, No me conoce, Cómo se siente remix, El apagón, DtMF y Eoo.

“No sé si realmente viajé a Puerto Rico… pero salí diferente”, dijo una chica mientras se recogía el cabello, exhausta y feliz.

 

Desde temprano, la fila rodeaba el Estadio GNP Seguros. Grupos de amigos llegaban cargando hieleras, mantas y pancartas hechas a mano; algunos vestían botas plateadas, uñas de neón, bandanas boricuas y camisetas con la cara de Bad Bunny, otros simplemente buscaban el lugar donde colapsar de emoción. Incluso algunos acamparon 72 horas antes.

“Vine desde Tijuana, gasté como 40 mil pesos, pero tenía que verlo. Él es… no sé, mi soundtrack vital”, contó Danna, de 20 años. Felipe, de 22, asentía mientras se sujetaba los pantalones ajustados de tanto saltar: “Vine desde Chiapas y vale cada kilómetro, esto es otra dimensión”.

El cantante y compositor Benito Antonio Martínez Ocasio, conocido como Bad Bunny (Vega Baja, Puerto Rico, 1994), se coronó como el artista más escuchado del mundo en 2025, con más de 19 mil 800 millones de reproducciones en Spotify. Su gira Debí Tirar Más Fotos continuará el próximo año por Perú, Brasil, Australia, España, Alemania, Londres, Países Bajos, Francia y Suecia.

Sin embargo, la logística del evento generó polémica cuando la promotora Ocesa informó que el Estadio GNP Seguros sufriría ajustes: primero se colocó La Casita y luego se habilitó la sección Los Vecinos detrás del escenario principal.

Algunos criticaron la disposición, mientras que otros celebraron la intención de que todos los sectores pudieran disfrutar del espectáculo. Ocesa también advirtió sobre los cambios y la posibilidad de reembolsos.

El rubro económico también reflejó el fenómeno que representa el artista: la Cámara Nacional de Comercio estimó que los ocho conciertos generarán 3 mil 228 millones de pesos, impulsados por la venta de boletos, alimentos, bebidas y la ocupación hotelera, con hasta 90 por ciento de ocupación proyectada en zonas cercanas.

Tras la primera velada, las funciones programadas para los días 11, 12, 15, 16, 19, 20 y 21 de diciembre reunirán entre 500 mil y 520 mil asistentes, provenientes de la capital, otros estados y países.

Entre gritos, aplausos, canciones y una brisa húmeda, el concierto culminó con gargantas reventadas, movimientos explosivos y un mar de luces que parecía luciérnagas.

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