Roger Federer, el icono más grande del tenisRoger Federer, el icono más grande del tenis

En sus momentos de máxima inspiración, este irrepetible deportista jugaba a otra cosa.

Roger Federer: El vacío que deja es muy grande, pero su legado es todavía superior. Su huella es imborrable

El legado de Federer: por qué su retirada puede marcar el fin de una era

Federer besa el trofeo de campeón de Wimbledon en 2017.

Finalmente ha llegado la noticia que desde hace cierto tiempo los amantes del tenis nos temíamos.

Después de unos años de recurrentes problemas y operaciones en su rodilla, y de entender que era inviable volver a la competición.

Por ende, Roger Federer anunció el pasado jueves su retirada en la Rod Laver Cup.

Me entristeció mucho conocer el anuncio, por mucho que esté dentro de lo normal e, incluso, de lo intuido.

Últimamente, hablando de Roger con mis tres hijos que, evidentemente.

También lo admiran mucho, yo les había expresado el deseo de que llegado el momento.

Así como del icono más grande del tenis se despidiera en una última gira de los cuatro torneos del Grand Slam.

Esto, para recibir unos merecidos agradecimientos y la ovación del público.

Federer, la otra dimensión del tenis, se retira a los 41 años

Yo diría que casi nadie, para no ser categórico, ha conseguido igualarlo en su capacidad de aunar la elegancia.

Así como de plasticidad de sus movimientos con la efectividad y precisión de sus golpes.

Logró con sus maneras exquisitas trascender su propio deporte; convertirse en referente mundial, cautivando a mucha más gente que a los propios seguidores del tenis.

En sus momentos de máxima inspiración, daba la sensación de que él jugaba a otra cosa.

Durante muchos años nos deleitó con sutiles dejadas, voleas magistrales o devoluciones inverosímiles.

Y todo ello, dando la sensación de ni tan siquiera despeinarse.

Un día, estando yo en el vestuario del torneo de Montecarlo, entró él recién acabado su partido en la pista central.

“Supongo que jugarás toda la semana con la misma camiseta”, le dije jocosamente viendo lo impoluta que la llevaba, sin una mancha de sudor.

“No, llevo otra de repuesto”, me contestó con su amable sentido del humor.

 

 

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